Región
Lombardia
Quien pase por Milán,
aunque sea sólo
por un día, no puede renunciar al espectáculo
de piedra blanca en el corazón de la ciudad: la inmensa
catedral animada de una multitud de santos y profetas, apóstoles
y escenas bíblicas, figuras y decoraciones, revestida
totalmente de mármol de Candoglia, más conocida
como el Duomo. Enmarcada por agujas y arcos
rampantes, tiene una cobertura en terrazas, empedradas de
mármol. Es
espectacular por sus dimensiones, la riqueza de la decoración
y la complejidad de su historia: tiene 158 de largo y 108
de altura hasta la aguja mayor, decorada con más de
3500 estatuas y ha requerido casi seis siglos para terminarla
completamente. En la cima de la aguja mayor se eleva la estatua
dorada de la . Madonnina con los brazos
abiertos, como invocando la bendición de Dios sobre
la ciudad. La zona del Duomo es una de las preferidas para
las compras y por los
paseos, como la galería Vittorio Emanuele, animada
por librerías y restaurantes de renombre: bajo los
pórticos de corso Vittorio Emanuele y en plaza
San Babila se concentran las mejores tiendas de vestimenta y
accesorios. El Barrio de Brera dista pocos minutos de la
Plaza del Duomo y está caracterizado por pequeñas
calles y callejas que se abren en ensanches y glorietas:
un ambiente recogido y agradable, célebre en pasado
como el barrio de los artistas, y hoy en día por las
tiendas y los locales innovadores que lo animan; importantísima
es la Pinacoteca de Brera, nacida dos siglos atrás
cuando Napoleón era rey de Italia, que recoge más
de mil cuadros: obras fundamentales de la historia del arte
italiano, en un recorrido que va desde Piero della Francesca
a Caravaggio, desde Mantegna a Raffaello; no hay que perderse
la sala 24 con tres grandes obras del Renacimiento, el espacio
dedicado a Caravaggio y las cuatro salas napoleónicas.
Para llegar a la escalinata que lleva hasta la entrada, hay
que atravesar el patio de honor bajo la mirada de un Napoleón
de bronce, modelado por Antonio Canova con un cuerpo de atleta
helénico, que representa la estatura histórica
del hombre, más que la física . también
el parque de Monza, a pocos minutos de la ciudad, y cerca
del más famoso autódromo de la Fórmula
Uno, fue realizado por encargo de Napoleón: sus jardines
presentan una rica variedad de especies botánicas
con árboles de dimensiones excepcionales como la neoclásica
villa Real que tiene unas 600 habitaciones.
Mantua es la ciudad de los Gongaga: a partir del 1378 los
duques fueron señores iluminados de la ciudad, a la
que dieron esplendor por las numerosas obras de arte encargadas
a los mayores artistas del Renacimiento. Castellaro
Lagusello es un pequeño burgo medieval, fortificado, lleno de
encanto; está encajonado dentro de un espléndido
oasis natural: las olas del lago Lagusello, un minúsculo
espejo de agua, a forma de corazón, acarician sus
muros. En Mantua como en Pavia, el paisaje está caracterizado
por amplios arrozales; las especialidades gastronómicas
son precisamente el risotto con fagioli, risotto
alla zucca y la oca. Precisamente, en la provincia de Pavia se encuentra
el castillo de Vigevano, una lujosa residencia de representación
y lugar de pasatiempo para recepciones, fiestas y banquetes:
incluso el rey de Francia, Carlos VIII, uno de los hombres
más potentes y temidos de su tiempo, se alojó en él;
la fastuosa antecámara del castillo es la estupenda plaza
Ducal donde domina la torre del Bramante.
Para los amantes de la naturaleza, en cambio, el Naviglio
Pavese, el histórico canal entre Milán y el
Ticino, ofrece un recorrido para bicicletas de 12 kilómetros,
sumergido en la campaña, entre alquerías, antiguos
molinos y obras maestras de arte. Igualmente tranquila y
llena de encanto es la costa lombarda del Lago Maggiore,
como el romántico paseo al borde del lago, el lungolago
di Luino: la sugestiva ermita de Santa Catalina
del Sasso Ballaro se erige a pique sobre las rocas que se hunden en
el lago.
También el Lago di Garda ofrece lugares de gran belleza:
desde Sirmione con la roca Scaligera, hecha de torres y muros
almenados, totalmente rodeada de agua, a Gardone
Riviera con el Vittoriale
de D’Annunzio, a Desenzano, en la
que se inspiraron Stendhal y Byron, Carducci y Kafka.
Otra fascinante ciudad de arte es Bergamo: la Ciudad Alta,
enrocada en la colina, es rica de Iglesias y edificios, en
los que se recortan torres y campanarios. Los muros del siglo
XVI que trazan el contorno de la ciudad, ofrecen un relajante
paseo con hermosos panoramas sobre la ciudad baja. En la
cocina bergamasca, el puesto de honor lo ocupa la polenta,
y después los golosos strangolapreti.
También Chiavenna, en la provincia de Sondrio, tiene
un burgo medioeval enmarcado por edificios decorados con
frescos, portales almohadillados, escudos de armas y mascarones:
el color dominante es el gris de la piedra ollar.
La Lombardía es rica, además, de espléndidos
valles dominados por los Alpes. El paso del Tonale y los
glaciares del Adamello regalan kilómetros de pistas,
en un ambiente único entre especialidades regionales,
como el Gorgonzola, el Provolone, el Grana
Padano, los pizzoccheri,
el Taleggio, y platos de la tradición (risotto
alla milanese, ossobuco y cotoletta).
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