Región
Piamonte
Después de unificar Italia en el siglo
XIX, de inventar la industria automovilística y ofrecer
años de desarrollo económico gracias a marcas
como Fiat, Lancia, Olivetti, Pininfarina … el Piamonte
hoy en día es conocido también por sus bellezas
naturales e históricas. En efecto, la región
ofrece montañas nevadas, parques y áreas protegidas,
itinerarios naturales, centros termales (¡Acqui
Terme ya era famosa hace 2000 años!) y ciudades de arte,
con Turín a la cabeza.
El semblante de la ciudad está caracterizado por la
explosión urbanística de los siglos XVII y
XVIII siguiendo las fórmulas estridentes del Barroco;
en la plaza del Castillo están conservadas obras espléndidas:
de las líneas equilibradas del palacio Real con la
Armería y los Jardines diseñados por la misma
mano que había diseñado el parque de Versalles,
a las cúpulas dinámicas de la capilla
de San Lorenzo y del Santo Sudario de Guarini y, prosiguiendo hacia
los pórticos, al Teatro Regio con su bella fachada
dieciochesca, donde el gran Wolfgang Amadeus Mozart, siendo
aún un muchachito, soñaba que resonaran sus
obras. Pero, en el centro de la plaza, domina el escenográfico palacio
Madama sede del Museo de Arte Antiguo: la fachada,
el atrio y el escalón de honor, son una obra de arte
barroca nacida de las manos del gran Filippo Juvarra; en
el interior, todo reluce de estucos, oros, cornisas, frescos:
el barroco triunfa incluso a través de las obras de
la galería de cuadros modernos y la colección
de arte decorativo. Hay además preciosas colecciones
medievales y cuadros del siglo XV, entre los cuales el enigmático
Retrato de hombre de Antonello da Messina que parece observar
a los visitantes con aire de superioridad. Desde la Plaza
del Castillo, las calles y los barrios se extienden casi
en estrella, con interesantes atmósferas de arte y
cultura.
Es precisamente a las nuevas tendencias de la cultura que
la ciudad da la máxima atención, empezando
por el Lingotto, ex establecimiento industrial de Fiat, actualmente
centro expositivo utilizado para importantes eventos culturales.
En Turín confluyen todas las tradiciones gastronómicas
y los patos típicos de la región: los agnolotti,
la finanziera, la bagna caôda, los brasati, los capunèt,
los suntuosos bolliti mixtos: también el rito del
aperitivo revive con el infaltable vermouth o los típicos
dulces Krumiri.
Cerca de Turín, el Castillo de Rivoli es unos de los
edificios históricos más relevantes del Piamonte,
junto con el importante Museo de Arte Contemporáneo,
de nivel internacional.
Cuneo es una ciudad para descubrir, pasando por sus largas
calles porticadas y las avenidas arboladas hasta llegar a
la pintoresca Contrada Mondovì donde se encuentran
las tiendas de antigüedades y luego entrar en cualquier
pastelería para saborear el símbolo dulce de
la ciudad los cuneesi al ron: como en un juego de cajas chinas,
una gota de licor está encerrada en un corazón
de crema y chocolate, envuelto a su vez en un hojaldre de
merengue y bañado, para completar, otra vez con chocolate.
El chocolate es el protagonista de Alba, con la célebre
Nutella: es hermoso estar en la pintoresca Plaza
Risorgimento o pasear por las calles del centro entre antiguas torres.
Este es el corazón de las Langas donde nace el famoso
Tartufo Blanco de Alba y uno de los vinos más famosos
del mundo: el Barolo.
Vinos importantes se producen también en el Monferrato (Barbera,
Dolcetto, Grignolino, Freisa, Brachetto, Moscato, Nebbiolo) cuyos viñedos, con sus hileras ordenadas
cubren las colinas mientras que desde lo alto dominan pueblos
antiguos, castillos feudales, Iglesias medievales y barrocas:
las capillas, colocadas en el verde, con su aparato de estatuas
y frescos parecen fundirse con el ambiente y proyectar en
la campaña las sugestiones del arte.
También el perfil de Asti está caracterizado
por el paisaje ondulado de las colinas que la rodean, con
sus hermosas extensiones de viñas. Los montes ondulados
del Monferrato desaparecen en el norte, en las orillas del
río Po, donde el paisaje se hace llano y húmedo:
el espejo de los arrozales, inundadas desde marzo en adelante,
ocupan el lugar de los viñedos creando paisajes sugestivos.
Otro panorama encantador es el que ofrece el Lago
Mayor:
aquí uno se queda fascinado ante la belleza de pequeños
pueblos como Cannobio o la elegante Stresa, con su paseo
a lo largo del lago delineado por hileras de palmeras, jardines
florecidos y hoteles “liberty”, y con la villa
Pallavicino, del siglo XIX. Frente a Stresa, un pequeño
archipiélago emerge de las aguas azules del lago:
son las tres Islas Borromeas; la Isla Bella con el barroco
palacio Borromeo y los magníficos jardines; la Isla
de los Pescadores, un antigua aldea hecha de callejas pintorescas
y casas blancas; y la Isla Madre con su atmósfera
encantada y sus jardines de plantas raras y flores exóticas,
en los cuales viven libres pavos reales, papagayos y faisanes.
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