Literatura italiana
El Cantico delle
Creature, de San Francisco de Asís (1225), es la
composición literaria más antigua escrita en
lengua italiana.
En el siglo XIV
vivieron y trabajaron tres importantes figuras de nuestra
literatura: Dante, Petrarca y Boccaccio,
el padre del cuento. Su Decamerón
- espejo de la civilización mercantil de la época
- caracteriza a cada personaje a través de sus acciones,
constituyendo un modelo para los autores de los siglos sucesivos.
El XV y el XVI son los siglos de la poesía caballeresca,
de las epopeyas de hombres lejanos en el tiempo, cuando Torquato
Tasso, con su Jerusalén libertada (1575),
realiza una verdadera renovación del género.
En estos siglos tuvieron también una gran difusión
los tratados.
Niccolò
Machiavelli, en El Príncipe (1513), describe
esta figura de manera realista: sus virtudes políticas
consisten en la fuerza, el cinismo y la firmeza. Machiavelli
tiene el mérito de haber echado las bases de la política
como ciencia autónoma, como técnica destinada
a la resolución de los problemas prácticos.
El siglo XVIII es la época de la reforma teatral de
Goldoni, pero también de las tragedias de Vittorio
Alfieri, que pone en escena a un tirano dominado
por un incontenible impulso pasional, combatido entre el deber
moral y el deseo de poder, que lo llevarán a su propia
destrucción. Más tarde se produjo el extraordinario
florecimiento romántico, que caracterizó la
literatura de inicios del siglo XIX.Con Los novios
(1840) nació una nueva lengua, no literaria, sino común
y comprensible para la mayoría. También nació
una nueva historia, es decir, la realidad vista y vivida por
los humildes: Manzoni escribió la primera gran
novela de la literatura italiana. Esta obra abrió el
camino al verismo italiano, cuyos escritores hablan de la
vida cotidiana del presente.La intención de hacer emerger
la realidad de la palabra escrita, como si hubiese nacido
espontáneamente, se observa, por ejemplo, en
Los Malavoglia (1880), de Giovanni Verga, a
través de determinadas opciones lingüísticas
y formales.
A fines del siglo
XIX, en la cuna de esa inquietud existencial llamada Decadentismo,
se desarrollaron nuevas tendencias artísticas: DAnnunzio
fue durante cuarenta años el dominador del gusto literario
en Italia, y aún hoy nos cautiva la fascinación
inquieta y contradictoria de su arte. Andrea Sperelli, protagonista
de El placer (1889), encarna un tipo humano, cínico
y licencioso, un dandy que, animado por su aspiración
a la belleza, se propone la elegancia y la exterioridad como
meta existencial, despreciando todo lo mediocre y banal; la
actitud provocativa y amoral, y las vicisitudes sentimentales,
eróticas e intelectuales de este héroe superhombre,
están expresadas con un lenguaje exquisito y refinado,
como los ambientes que describe.
Con Pascoli
comienza la poesía italiana moderna: el fanciullino
descubre - más allá de la realidad cotidiana
- un mundo más misterioso y secreto, fuente de inquietudes,
dominado por la sensación de la muerte.
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