Vinos italianos
El vino es un producto casi tan antiguo como
la civilización, que siempre ha caracterizado la producción
agrícola italiana: la cultivación de la vid
se remonta a los tiempos de los Egipcios. ¿Pero cómo
nació el vino?
Parece que, en la época prehistórica,
la vid crecía espontáneamente en los bosques,
y que los hombres aprendieron pronto a apreciar el fruto de
esta planta. Hasta que un día, casualmente, alguien
olvidó zumo de uva en un recipiente y percibió
que había sufrido una extraña transformación:
esa bebida producía efectos placenteros. Pero, además
del aspecto convival, el vino tiene importancia desde el punto
de vista religioso y ritual: debemos recordar los ritos de
Dioniso en Grecia y de Baco en Roma. En estos casos, naturalmente,
el vino estaba reservado exclusivamente a los hombres, puesto
que las mujeres no podían acercarse a ese líquido
sacrificial, para ellas impuro.
En la Edad Media, los monjes benedictinos promovieron
en sus monasterios el cultivo de la vid, experimentando nuevas
técnicas. Sin embargo, siempre fueron los humildes
campesinos quienes trabajaban la tierra y plantaban las vides:
su profunda relación con la tierra y con la viña
nos transmitió la cultura de la vid y del vino. Es
gracias a esta historia que, en la actualidad, Italia es un
gran productor de vinos: excelentes vinos blancos y tintos
nacen de norte a sur. Regiones enteras afrontan con gran dinamismo
el mercado de los vinos de calidad. Hoy se observa la recuperación
de antiguas cepas y de la vendimia tradicional, realizada
completamente a mano, combinada con el empleo de las más
modernas técnicas enológicas y los nuevos métodos
de vinificación.
En 1963 se promulgó una ley sobre la
"Denominación de Origen Controlado", que
se aplica a los vinos con características particulares,
que denotan su calidad superior. Dichas características
están determinadas por la cepa y por el área
de producción. La legislación de 1992 clasifica
los vinos de acuerdo a una estructura piramidal: en la base
se encuentran los vinos de mesa, sin indicación de
proveniencia ni año de producción, mientras
que en la parte superior se hallan los vinos con "Indicación
Geográfica Típica" (IGT) y, en el vértice,
los vinos DOC y DOCG (Denominación de Origen Controlado
y Garantizado). Por lo tanto, antes de comprar un vino, ¡observemos
la etiqueta! Pero atención: un buen vino "DOC"
italiano cuesta alrededor de € 8. Y si es cierto que,
como dice un viejo proverbio, "el buen vino alegra el
corazón", ello queda confirmado por un consumo
estimado en aproximadamente 70 litros por persona al año.
¡Salud!
Vinos en Calabria
Desde hace siglos, los olivares, los cítricos
y las vides representan los recursos fundamentales de la región
Calabria: una tierra fértil y generosa, en la cual
el vino tiene una historia sumamente antigua. En efecto, los
Griegos llevaron a esa zona algunas cepas sumamente valiosas,
cuya herencia sobrevive aún hoy, combinándose
con el deseo de innovación tecnológica, en la
búsqueda de metas cualitativas cada vez más
elevadas. Esto explica la denominación de Enotria
que, en los tiempos de la Magna Grecia, indicaba los territorios
de Calabria y Lucania que se asoman al Mar Jonio, y que en
griego significa -precisamente- tierra del vino.
Actualmente las empresas tienden a reducir los
volúmenes producidos y a emplear técnicas de
vinificación modernas, lo que ha llevado a un incremento
del porcentaje de vinos "DOC". De este modo, gracias
a la investigación científica y a la pasión
de los operadores, el patrimonio vitivinícola de Calabria
se ha transformado en un instrumento formidable, capaz de
despertar en modo creciente el interés de los consumidores.
Naturalmente, es necesario subrayar la extraordinaria originalidad
de algunas cepas típicas de esta región, como
el Gaglioppo: una cepa muy antigua y muy difundida en Calabria,
que presenta características aromáticas típicas,
sumamente interesantes. Otras cepas difundidas en nuestras
regiones son las que dan origen a los siguientes vinos: Trebbiano
toscano, Greco, Pecorello, Malvasia, Mantonico, Nerello mescalese,
Nerello cappuccio, Guarnaccia, Magliocco canino, Sangiovese,
etc.
Los vinos tintos, caracterizados por su sabor
seco y denso, son adecuados para acompañar los platos
rústicos -típicos de la cocina de Calabria-
y las carnes estofadas. Los vinos blancos tienen sabor delicado
y son ideales con platos a base de pescado y quesos frescos.
Los vinos rosados tienen un sabor fragante y se combinan a
la perfección con las legumbres y las carnes blancas.
Actualmente la vinificación se realiza
casi en estado puro, se anticipa la recolección de
las uvas y se controla la temperatura de los mostos: el resultado
de estos progresos es un vino interesante y logrado, que se
combina con los numerosos productos meridionales que han conquistado
renombre internacional.
Vinos en Véneto
Según las estimaciones de las últimas
vendimias, Véneto es la primera región italiana
por cantidad de vino producido: un océano de vinos
blancos y tintos que testimonia hasta qué punto la
cultura de la vid en esta zona ha estado orientada hacia la
producción de grandes cantidades de uvas, a través
de una rendimiento sumamente elevado.En estos últimos
años -al igual que en otras regiones- la estrategia
productiva se ha orientado hacia la reducción de los
volúmenes y el aumento de la calidad: esto ha permitido
a algunos vinos vénetos alcanzar renombre mundial.
Las uvas tradicionales son la Corvina veronesa,
la Rondinella, la Molinara, y la Raboso. Una variedad muy
utilizada es la Garganega, a la cual se añaden frecuentemente
el Trebbiano de Soave, que es una cepa local, y el Toscano.
Entre las otras cepas encontramos el Tocai, el Cortese, la
Malvasia toscana, el Verduzzo (tanto el local, como el de
Treviso y de Friuli). Pequeños porcentajes de otras
variedades se utilizan para la obtener diferencias. También
se cultivan cepas importadas, como el Chardonnay, el Merlot,
el Cabernet (Franc y Sauvignon), el Pinot y el Riesling. El
Merlot, muy difundido en la zona de Burdeos, fue la primera
cepa francesa que se implantó en gran escala en nuestro
país. Numerosos productores se dedicaron a explotar
sus grandes potencialidades, elaborándolo en estado
puro o junto a su compañero de siempre, el Cabernet.
Carducci, gran estimador del vino veronés,
agradecía a los vinos de estas zonas los "fervorosos
entusiasmos al corazón" y las "nuevas imágenes
de la fantasía" que ofrecían. Y no sólo
Verona: también Padua es un área muy conocida.
El territorio de los "Colli Euganei" es una zona
de gran belleza; aquí se alternan colinas cubiertas
de vides y villas señoriales, y no es difícil
intuir las potencialidades de esta tierra. En Véneto
hay también un grupo de vinos de una sola cepa y raros
vinos generosos de pasas: el espléndido vino espumoso,
que ha conquistado una parte importante del mercado de los
espumantes italianos. Este éxito se debe, esencialmente,
a sus agradables características: el perfume levemente
aromático, a veces almendrado, y su sabor no excesivamente
seco. Es perfecto como aperitivo y para acompañar todo
tipo de platos. La uva Prosecco es originaria de Venecia Julia,
pero está muy difundida en el Véneto, especialmente
en las zonas de colinas de la provincia de Treviso, donde
esta cepa es muy vigorosa y productiva. El Prosecco puede
ser un vino "tranquilo", pero las versiones más
apreciadas son las efervescentes y espumantes, con matices
exóticos y envolventes. Los vinos tintos vénetos
-de sabor aterciopelado y armonioso- son ideales para acompañar
platos sabrosos, como la tradicional "pastissada de caval"
(pastel de caballo). Los vinos blancos -bien estructurados
y de sabor afrutado- se combinan muy bien con entremeses ligeros,
pescado de lago y arroz.
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